Un final digno de Hollywood
Cómo no imaginar asociado al cine, el dramático final de un Gene Hackman, desorientado, flotando en el Alzheimer en los salones de la mansión de los suburbios de Santa Fe, Nuevo México, donde el huraño personaje se había refugiado para escapar de la fama; errabundo como el magnate de Xanadú.
Siete días de
absoluta soledad, sin enterarse de que Betsy Arakawa, su esposa-enfermera
japonesa, treinta años más joven, yacía muerta en alguna de las habitaciones
por una extraña infección viral.
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Con Betsy Arakawa, su esposa en tiempos más
risueños Foto: Ralph Dominguez/MediaPunch/IPX, via AP |
Tenía 95 años,
suficientes para reclamar el boleto a la eternidad, pero esa larga etapa de
confusión y desasosiego debió, sin dudas, acelerar la falla cardíaca que le
causó la muerte, sin que la ruina mental le permitiera evocar algunos de los
papeles más notables de su filmografía.
De 85 películas
en más de cuatro décadas. Muchas de ellas de mero trámite alimenticio, pero
también actuaciones excelentes bajo la dirección de maestros como Francis Ford
Coppola, Clint Eastwood, Alan Parker y Sydney Pollack, donde cinceló una imagen
ruda y pugnaz que era la suya propia, de quien tuvo que luchar desde muy niño
para alcanzar la fama y la fortuna.
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Foto reciente |
Como Harry Caul,
el espía de La Conversación, alienado por la sordidez de su oficio;
Little Bill Dagget, el brutal sheriff de Los Imperdonables; Max
Millan, el vagabundo de El Espantapájaros; Buck Barrow, en la
inolvidable Bonnie y Clyde, su primer gran éxito estelar; el
inescrupuloso abogado Avery Tolar de La Firma; Rupert Anderson, el
detective de Mississippi en llamas y el malvado Lex Luthor en
la saga de Superman.
Antes que
decadente, en homenaje a su gloriosa carrera, preferiría imaginarlo con la
tenacidad de Popeye Doyle, el implacable sabueso de French Connection, persiguiendo
durante esa trágica semana final una luz para escapar de las tinieblas.
Varsovia, marzo de 2025.
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